Cuando el fútbol patrocina la violencia de los monopolios


Está claro que el futbol es un catalizador político. Son varios e históricos los ejemplos de clubes, futbolistas, técnicos y aficiones que han enarbolado causas sociales, principalmente contra el fascismo y la discriminación ¿Pero qué pasa cuando pasa exactamente lo contrario? Este deporte se convierte en cómplice de la violencia de Estado, aquella que privilegia el capital sobre lo humano.

En el Estado de Hidalgo, México, pasa algo así. El club de futbol Pachuca –ex campeón de la Copa Sudamericana en 2006-, será patrocinado en su próximo torneo de la Liga MX por la marca Cementos Fortaleza”. Este branding es propiedad del magnate y uno de los dos tipos más ricos del mundo, Carlos Slim Helú. Este empresario, propietario, entre otras cosas, de la principal compañía de telecomunicaciones en México, también se ha hecho del 30 por ciento del citado equipo de futbol. De hecho, está llamado a convertirse en el dueño absoluto del cuadro minero, que igual cuenta con restaurantes, hoteles, una universidad y hasta un Salón de la Fama del fútbol. Debido a ello, el pecho de la camiseta tuza irá enmarcada con el logotipo de la cementera, la cual es hoy por hoy la principal apuesta empresarial del dicho millonario.

Sin embargo, Cementos Fortaleza es una compañía contra la cual se encuentran luchando varias comunidades indígenas del conocido Valle del Mezquital –una región de extrema pobreza a la cual el escritor Antonio Rodríguez definió como una región estéril por su infernal sequedad y falta de recursos naturales, principalmente agua-. Es en el municipio conocido como Santiago de Anaya, donde los pobladores pertenecientes a la etnia Otomí pelean porque la cementera no se instale en sus comunidades, por lo cual, Slim construye toda una línea de torres de alto voltaje justo al pie de las casas de los lugareños, fundamentalmente en la comunidad llamada Daxhta.

Agrupados en el Movimiento Indígena de Santiago de Anaya, las comunidades otomíes han acreditado ante la justicia local la invasión ilegal de los predios por la construcción de la línea eléctrica, además de que la cementera de Slim va a “contaminar, dañar y lastimar nuestro medio ambiente, así como atropellar nuestros derechos humanos básicos”, explican, y de paso, la de prácticamente todo el territorio hidalguense. Cementos Fortaleza se impondrá en una zona considerada de alto peligro ambiental, donde yacen otras industrias como caleras, otras cementeras y una refinería petrolera

Sin duda alguna existe afición ‘tuza’ entre este municipio (CF Pachuca es el equipo con sede en la capital del Estado de Hidalgo) ¿Y qué sucede cuando la pasión por el Club amenaza? Lo de menos es el futbol como deporte. Se vuelve peligroso cuando el futbol se convierte en la vía que transporta la imposición de la violencia de Estado, la violencia de los monopolios. Su resultado es, como advertía Marx, la alienación social quien corre el riesgo de no mirar más allá del espectáculo.

Alberto Buitre

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