Las crónicas relatan que Elba Esther Gordillo, líder y dueña del Partido Nueva Alianza (Panal), habría rechazado tajantemente quitar a su hija, Mónica Arriola y su yerno, Fernando González, de las listas al Senado pactadas por la alianza entre PRI, PVEM y ese partido político, luego que bases del priísmo protestaran airadamente por la inclusión de estos dos personajes al considerar que le quitaban espacios a quienes sí merecían ser candidateados. Se dice que Gordillo rechazó la recomendación del propio Peña Nieto al respecto y, sabiéndose poderosa, mandó la alianza “a la chingada”.

Sin embargo, caben las dudas sobre la supuesta ruptura entre el PRI y el Panal, es decir entre que Peña Nieto y Elba Esther, cuando estos dos personajes han sido aliados por más de cinco años de gubernatura del mexiquense y cuando ambos forman parte del mismo grupo político que mantiene al país regido por una oligarquía política y económica.

Ahora sale Ernesto Cordero, delfín de Felipe Calderón a ser candidato del PAN a la Presidencia, a decir que su partido debe aliarse al Panal, una vez que el PRI ha desistido, hambriento por los votos del magisterio. No sería la primera vez que estos dos partidos hicieran una coalición electoral. Lo hicieron en el 2006 con Calderón mismo como candidato y lo podrían volver a hacer. Tan lo hicieron, que en esa alianza incluyeron al PRI mismo, derrotado con Roberto Marazo como abanderado, operaron la llegada del panismo a la Presidencia de México a través de un fraude electoral.

Pero ¿en verdad Elba Esther y el PRI se han atrevido a deshacer una alianza política tan fructífera para ellos? ¿Cómo podrían desaliarse dos aliados naturales?

Algo parece cocinarse, cuando Peña Nieto y Gordillo son dos poderosos políticos que no pondrían en riesgo su poder a costa de caprichos. Siempre han sabido ponerse de acuerdo y muy probablemente, lo harán esta vez. Está por verse.

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