Una de las discusiones que he mantenido a raíz del pitorreo sobre Enrique Peña Nieto y su #LibreriaPeñaNieto se centra en los alcances que puede tener tal pifia entre los sectores que definirán la elección presidencial del 2012 y que, según mi punto de vista, son: los indecisos (fundamentalmente jóvenes) y las clases populares.
Creo que el primero de ellos está librado de análisis, pues fueron justamente las y los jóvenes, electorado indeciso e históricamente abstinente, quienes posicionaron la burla contra el precandidato del PRI a la presidencia, en redes sociales. Sin duda, su voto no parará en las manos del tricolor, sin que sea traducido obligadamente en un voto para la izquierda, menos aún para el PAN. Acaso, podría afirmarse, su participación política en el marco de las elecciones por venir será desfavorable a Enrique Peña Nieto, no solamente porque –se deduce-, no votarían por él, sino porque han demostrado ser generadores irrefutables de opinión, la cual, de entrada, es contraria al aspirante priísta, y lo que comenten en Twitter o Facebook de él o de cualquiera, será tomado en cuenta por las campañas, analistas y periodistas, quienes, a su vez, serán la versión de la realidad electoral más allá de los spots de televisión.
Sin embargo, el impacto de las redes sociales tiene un límite. Y ese límite es agobiante según se juzga en un México en el cual menos de la mitad de los estudiantes tiene computadora en casa y que, según el Banco Interamericano de Desarrollo, arrastra a la nación a un retraso tecnológico de hasta 143 años en promedio con los países avanzados. Esto es sumamente importante en términos del 2012 pues, es bien sabido que el gran negocio electoral del PRI se centra en la explotación de la pobreza y es ahí donde cultiva su voto duro. Válgame el lugar común de la siguiente pregunta pero, ¿qué diablos le va a importar a una persona lo que se comente en redes sociales, si apenas puede ver televisión? Tomando en cuenta –claro está-, que aquella persona que puede ver televisión, aunque no tenga computadora, es probable que también pueda votar.
¿Qué posibilidades tiene #LibreriaPeñaNieto contra esta abrumadora realidad?
Una de ellas está en la repercusión en medios de la opinión pública generada en las redes sociales y en los medios alternativos de información. Cuando su impacto es inevitable y, literalmente, todo el mundo lo comenta, es casi imposible que pase desapercibido para las agendas informativas. Y aunque se trate de censurar, siempre habrá un escollo por donde pueda colarse un comentario o una nota. Pasó en Televisa, y puede pasar en cualquier lado. En términos de audiencia esto es significativo; y en términos electorales, aún más, cuando esa audiencia, es el elector.
Y si esto no bastara o no ocurriera, se puede apostar al fenómeno de “low pass”, que en términos editoriales se refiere al consumo de una publicación por personas que la consultan. Así, como cuando una revista es comprada por un miembro de la familia, pero es consultada por todos sus integrantes, lo mismo está ocurriendo con las redes sociales o medios alternativos de información, generando o ampliando a su vez, la temida opinión pública que desnudó a Enrique Peña Nieto este fin de semana.
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