Un capítulo de la serie “The Office” que ejemplifica lo que conocemos como violencia de género basada en estereotipos. Michael se compra un traje en una subasta; está contento, dice que le queda bien, pero, de inmediato, enfrenta el rechazo, la crítica y las burlas de quienes laboran en su oficina. “Es un traje de mujer”, le dicen, orillandolo a avergonzarse. Hombres y mujeres entran a este juicio sumario. Al personaje se le ataca porque está vestido en contradicción de lo que se espera de él como hombre. Y, como agua que corre bajo un puente, se minimiza a la vestimenta femenina, convirtiéndola en un objeto indigno para un varón. Así, se refuerza la violencia simbólica basada en el género: lo que es para hombre, lo que es para mujer, donde lo de “mujer” está colocado por debajo del “hombre. Pasa con la ropa, pero se repite en todos los aspectos de la vida pública y privada. Los hombres estamos llamados a ser de cierta forma para agradar al resto, bajo el riesgo de ser liquidados por el clan. Y el peor delito es asemejarnos a la mujer —considerada inferior por el patriarcado—, aún con asuntos vanos como una prenda de vestir.
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