El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, acudirá a la manifestación convocada en Paris en defensa de la República y en condena por los atentados al semanario Charlie Hebdo.
La noticia habla por sí sola.
Y confieso que fui uno de quienes se alarmaron en un primer momento por el atentado a las oficinas del semanario satírico. Y lamenté –lamento-, el asesinato de sus periodistas. Fui uno de los periodistas quienes clamaron contra el crimen: #PrensaNoDisparen, dije, en parte por los propios 83 reporteros muertos en México, y en suma por cualquier trabajador de la prensa en el mundo.
Sigo creyendo que el atentado es consecuencia de la línea editorial del semanario (http://tmblr.co/ZtWkux1aA62tv). Yo no soy Charlie, pero tampoco me muestro indiferente. De hecho, hay quienes han salido en defensa de los periodistas al afirmar que los caricaturistas tenían una postura comunista; que eran amigos de Cuba y enemigos de la reacción ultranacionalista francesa.

Pero han salido a la luz dos hechos que me inquietan.
Primero, que la marcha del domingo es básicamente una manifestación pro OTAN
La cereza del pastel es la presencia de Poroshenko; presidente de una junta fascista, culpable de crímenes de guerra al operar el asesinato de obreros y población al este de Ucrania.
Todo lo demás es una convocatoria encabezada por Angela Merkel y seguida por Matteo Renzi, Mariano Rajoy y David Cameron, además de los jefes de gobierno de Dinamarca, Holanda, Malta, Finlandia, Luxemburgo y Portugal. Ah, y Proshenko.
La OTAN, pues.
La responsable de soltar bombas en Irak, Afganistán, Mali y Siria. La que luego de 13 años, recién a principios de enero de este 2015, se retiró de Kabul y ahora carga sus baterías contra Rusia.
Porque, seamos justos con la historia. La OTAN es la creadora de miles de rebeldes musulmanes contemporáneos que ven en la yihad la única respuesta a siglos de agresión militar.
Podremos pensar que el Estado Islámico o Al – Qaeda son creaciones de la CIA. Hay voces autorizadas que lo afirman, y frente a ellos no puedo negarlo. Uno de ellos, el embajador de Palestina en México, Munjed Saleh, quien a finales de 2014 me dijo (http://tmblr.co/ZtWkux1UQvnD2 ):
“(El Estado Islámico) es un grupo que fue formado por servicios de inteligencias para servir a intereses como unos mercenarios.”
Lo que si considero es que existen muchos jóvenes musulmanes movidos hacia el radicalismo por un sentimiento profundamente religioso y político, como lo han sido los hermanos Kouachi y Coubaly, el joven afro que secuestró un supermercado kósher el viernes 9 .
Esto no es algo que desconozcamos quienes nacimos entre mayoría católica o cristiana. Las aversiones movidas por un sentimiento religioso llegan a ser tan profundas que mueven a matar.
Entonces, el juego de la CIA podría ser simple. Haría falta algo de dinero para echar a andar el odio. Lo que ocurre a continuación, ya se sabe. So pretexto de la amenaza que representa el Estado Islámico, las bombas de Estados Unidos y de la OTAN caen sobre Irak y Siria para que los países hegemónicos terminen por apoderarse de Medio Oriente y, al mismo tiempo, incrementen sus ganancias con la venta de armas. El mismo Muned Saleh me lo dijo:
“Mira qué hizo Estados Unidos. Para simplemente mandar unos aviones a bombardear al Estado Islámico hizo una coalición de 40 países, y por supuesto me imagino que Estados Unidos cobró una factura doble. Una factura de su bolsillo para su intervención y otra factura que vendió armas. Estados Unidos también está muy interesado en el comercio de las armas, y para también probar nuevas armas ¿Y qué es lo que están haciendo? Están bombardeando. Y mientras están bombardeando, este Estado Islámico ocupó una ciudad estratégica para los kurdos en Siria. Entonces, ¿donde están bombardeando? Están bombardeando y esta gente está ocupando más territorio.”
Pienso que si bien Estados Unidos y los países de la OTAN podrían estar detrás de grupos como el Estado Islámico, también son responsables del legítimo odio de los pueblos colonizados que, por vía del destino, son musulmanes. Pues si Irak o Afganistán fueran de mayoría católica, por ejemplo, estaríamos hablando que los constantes atentados a embajadas estadounidenses son obras del “extremismo católico”. El radicalismo no tiene qué ver necesariamente con la religión.
Luego le llaman terrorismo; pero ¿quién fue el primero en bañar de sangre a Mali o Argelia?
Lo segundo que me inquieta es que ni un solo gobierno indignado por lo de Charlie Hebdo y la toma de rehenes del súper mercado kosher de Dammartín-en-Goele, ha salido en defensa de los derechos de los pueblos islámicos; mucho menos, se ha pronunciado por las causas colonialistas que han exacerbado el odio.
Al contrario, se muestran empeñados en aumentar el choque entre civilizaciones.
El mismo día del ataque a Charlie Hebdo, el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, expresó desde su sede en Bruselas su solidaridad con su “aliada Francia”: “Todos los aliados de la OTAN están unidos en la lucha contra el terrorismo. El terrorismo, en todas sus formas y manifestaciones, nunca puede ser tolerado o justificado”.
No puedo dejar de enlazar esta declaración del jefe de la OTAN con lo que esa organización aprobó en septiembre de 2014.
Reunidos en su sede de Newport, país de Gales, y aún bajo la dirección de Anders Rasmussen, los países de la OTAN aprobaron su Plan de Acción Inmediata (RAP, por sus siglas en inglés), una fuerza de intervención militar capaz de desplegarse entre tres y cinco días, vertiendo su amenaza sobre Medio Oriente, el norte de Africa (donde yacen países de mayoría islámica) y nada más y nada menos que contra Rusia.
Dijo el hoy ex secretario general de la OTAN:
“El momento de seguridad que afrontamos es más impredecible que nunca: Rusia está atacando a Ucrania y hay inestabilidad en Oriente Medio y en el norte de África. En estos turbulentos momentos, la OTAN tiene que estar preparada y poder defenderse y también a sus aliados”.
¿Serán los hechos del 7 de enero en París el pretexto para que la OTAN despliegue su plan RAP? Al menos parecen anunciarlo con su marcha de este domingo 15.
A estas alturas ya las que menos cuentan son las víctimas del ataque a Charlie Hebdo, y lo que menos se reivindican son sus ideales primigenios.
Laicistas –está comprobado-, al extremo, se ha convocado a una misa en su honor. Se ha pasado de largo el perfil ideológico de sus miembros, y se ha ignorado la crítica de sus dolientes.
Yo no creo que la masacre haya sido un montaje. Pero sí observo hechos que dan muestra de la utilización de la tragedia para justificar el asesinato de cientos de miles más en honor a la libertad de expresión.
A propósito, pienso en el filósofo –irónicamente noruego en la actual coyuntura-, Soren Kierkegaard: “La gente exige libertad de expresión para compensar la libertad de pensamiento, que prefieren evitar”.
Y así como han surgido voces musulmanas condenando los actos de violencia de ciertos grupos a nombre del Islam, como periodista me declaro en contra que se derrame más sangre en nombre de la libertad de expresión: No en mi nombre, OTAN. No en mi nombre, Charlie Hebdo.
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