Un artículo del reconocido periodista francés Thierry Meyssan (http://www.voltairenet.org/article186413.html) sospecha de la implicación de Estados Unidos en el ataque armado contra el semanario Charlie Hebdo de este 7 de enero. Dice que Washington tendría el objetivo de provocar un “choque de civilizaciones” y crear una guerra civil entre musulmanes y no musulmanes, inmigrantes contra locales, en Francia.
Una hipótesis tan interesante como viable sobre una Francia que se ha convertido en caldo de cultivo para el ultranacionalismo y el racismo. Meyssan podría tener razón desde el punto de vista lógico.
Me parece necesario que comiencen a surgir voces que logren darle un giro al atentado, luego que las discusiones optan por centrarse en si la publicación merecía o no merecía lo que le sucedió, dado su talante provocador y, algunos dicen, amarillista.
Conversé al respecto con el mercadólogo, doctorante en Ciencias Sociales y profesor del Instituto Tecnológico Latinoamericano (ITLA), Vladimir Meza, autor de una interesante tesis sobre prensa negra, la cual, en su definición, es aquel periodismo dedicado a ofender y atacar por convicción propia, cuya actividad es usualmente confundida con terrorismo mediático, con la salvedad, que el primero no lo hace necesariamente por y para fines monetarios.
Coincidiendo con la postura de Meyssan, Meza considera a Charlie Hebdo una publicación negra, dedicada en sí misma –por motivos no conocidos públicamente-, a crear aversiones; en este caso, entre los musulmanes.
Al escucharlo – y ya que ubicamos el debate en Francia-, recurro a uno de los mejores productos ideológicos franceses: el existencialismo. Uno de sus máximos filósofos, Jean Paul Sartre, creía que el ser humano debe hacerse responsable de su libertad; libertad que se traduce en la capacidad de tomar decisiones y asumir la responsabilidad por las consecuencias de ellas.
Charlie Hebdo, editada desde 1970, continuó publicando sátiras contra radicales musulmanes a pesar de las constantes amenazas y muy serias consecuencias ya sucedidas por sus caricaturas.
En el 2006, las embajadas de Francia, Alemania, Dinamarca, Jordania, Indonesia y Rusia en países de mayoría musulmana como Nigeria, Afganistán Pakistán y Libia, enfrentaron ataques violentos por parte de musulmanes militantes de la que se contaron más de 50 muertos. Ese mismo año en Damasco, las representaciones danesa y noruega fueron incendiadas. ¿La razón? Las famosas caricaturas de Mahoma portando un turbante en forma de bomba, publicadas en medios de esos países.

Desde entonces, los actos de protesta y las amenazas aumentaron, pero Charlie Hebdo decidió continuar con su línea. Creo que esto fue un acto provocador.
Luego en 2011 la sede del semanario en Paris fue incendiada tras la publicación de una sátira contra islamistas tunecinos. Pero la revista no cedió y continuó con su perfil. El 13 de julio de 2013 publicó en portada “El Corán es una mierda. No puede detener las balas”…
… hasta que las balas tocaron a 12 caricaturistas del semanario, este 7 de enero de 2015.
Me gusta la filosofía estoica. Uno de sus representantes, Epícteto, señala que depende de nosotros opinión, no función. Que sólo tenemos control sobre nuestras opiniones y actitudes, no sobre su reacción en el desenvolvimiento del universo. Luego de años de provocaciones y constantes respuestas, ya ocurrió quizá la más fatal de ellas para Charlie Hebdo.
La palabra en el papel no puede volver a las manos, ya no es nuestra, pertenece a cualquiera. Lo que publicamos es como una botella echada al mar cuyo mensaje puede devolvernos salvación o tragedia. Como periodistas, en tanto personas, no podemos controlar el inmenso y caprichoso vaivén del océano. Se alejan de nuestras manos las reacciones sobre lo que escribimos. Sólo es nuestra la libertad de decidir si lo hacemos público. Y es nuestra responsabilidad asumir las consecuencias de esa decisión y andar, sin martirios. Eso es ser consecuente
El asesinato de los periodistas de Charlie Hebdo es una tragedia indeseable. Pero no diré “Je suis Charlie”, porque no me identifico con sus decisiones. No lo digo porque como periodista mexicano tengo más de 81 colegas nacionales por quienes clamar. No pido justicia, deseo consecuencia.
En lo personal, me preocuparía más por lo que denuncia Thierry Meyssan. Los medios asociados a Washington están ocupando esto para generar islamofobia por todos lados, arrastrando con ello, no a doce, sino a millones de musulmanes que nunca han tocado un arma en su vida ¿Quién es el intolerante?
¿Qué opinas? Tu comentario es importante