El próximo martes 10 de junio, el Gobierno de Chile decidirá si lleva al cabo la construcción de la represa Hidroaysén, instalada en el corazón de la Patagonia. Desde hace tres años, habitantes de la zona han convencido al mundo de los riesgos que supone para el cambio climático del planeta y para los pueblos de la región, la realización de este proyecto, iniciativa de los dos monopolios energéticos del país. Literalmente, el mundo está a la espera.

ALBERTO BUITRE – Este es un asunto que puede cambiar el destino del mundo en los próximos años. Ante los riesgos del problema, un plan de resistencia que comenzó el 9 de mayo del 2011 tendrá su momento definitivo al mediodía del martes, 10 de junio de 2014. Entonces, en reunión de Ministros, el Gobierno de Chile en manos de Michelle Bachelet, decidirá si construye o no el más grande y riesgoso proyecto hidroeléctrico de su historia en el corazón de la Patagonia, en el punto más austral del continente americano.
El proyecto se llama Hidroaysén. Pretendidamente a instalarse en la onceava región chilena de Aysén, uno de los territorios más prístinos del mundo y fuente del mayor caudal de agua del país que fluye sobre los ríos Baker y Pascua.
Pero tengo que explicarme mejor.
Hidroaysén es un proyecto hidroeléctrico de embalse aparentemente de beneficio público pero cuyas ganancias serán privadas. Estas irán a los bolsillos del duopolio eléctrico de Colbún S.A y Empresa Nacional de Electricidad S.A. (ENDESA), cuya matriz se encuentra en España y opera en cuatro países de Latinoamérica.
Los monopolios Colbún y ENDESA pretenden ganar millones de dólares a costa de los mantos naturales dela Patagonia, invirtiendo el 51 y 49 por ciento para la realización de Hidroaysén. Un negocio redondo dado que lograrían apropiarse del 80 por ciento del mercado energético chileno. Además, se arrogarían de un vasto y prolífico territorio en la australidad americana, como no hay dos en ninguna parte del mundo; cuna de cientos de aiseninos, quienes le han advertido al Gobierno nacional que, aunque mueran inundados por la represa, no se moverán de sus hogares. Y háganle como quieran.
Pero el pueblo patagón no está solo.
La oposición a Hidroaysén está respaldada por el 80 por ciento de chilenos y chilenas quienes se han manifestado en contra de la instalación de la hidroeléctrica, según una encuesta de la Universidad Andrés Bello y la Consultora Opina.
Por eso, y a partir de que en 2011 el antiguo gobierno de Sebastían Piñera (a su vez miembro de una de las familias más ricas del país) anunciara Hidroaysén, rápidamente se conformó una resistencia que nació en la ciudad de Coyhaique, capital de Aysén. Ésta se extendió por el inconmensurable Chile y acabó en transformarse en una lucha internacional bajo el lema Patagonia Sin Represas, mediante el Consejo de Defensa de la Patagonia Chilena.
Éste miércoles 4 de junio, integrante de Patagonia Sin Represas tomaron la intendencia aisenina con sede en la capital Coyhaique, se metieron hasta las oficinas representantes del Gobierno nacional y ahí extendieron una manta de rechazo al proyecto. Unos días antes encararon al ministro de Energía, Máximo Pacheco, y le dijeron con ese coraje patagón que brota de la tierra del fuego, que de concretarse Hidroaysén, “habrá barricadas”.

“La Patagonia es libre y no está en venta”, “La empresa no vencerá a la naturaleza” y “Chile decidió, Patagonia sin Represas”…
Todo eso le consignaron los patagones al ministro Pacheco, cuando éste salía de una conferencia sobre la energía en Aysén, en la capital de Coyhaique.
La respuesta del Estado chileno siempre ha sido la misma. Es que en Chile hay crisis de energía. De ahí que justifican la construcción de proyectos de alta escala como Hidroaysén y otra más que es Energía Austral.
Sin embargo, bastaría el uso adecuado de los recursos naturales y una política energética asertiva para solventar el problema energético chileno.
El problema con el energía en Chile es que hay una dependencia brutal de las importaciones. De hecho, el país depende prácticamente del 70 por ciento de energías extranjeras, como el petróleo el cual importa en un 87 por ciento, así como el gas natural, del cual importa hasta en un 78 por ciento, según datos del Consejo Nacional de Energía.
Sin mencionar que, como es evidente, todo se quiere solucionar con represas. Pero la bronca principal es que para cada solución hay un lucro. Vaya, que la lógica capitalista ha imperado por encima de la humana, cuando de solucionar los problemas del país se trata. Ya si es energía o educación. Siempre los capitales van primero.
Por mencionar un ejemplo, los mismos monopolios de Colbún y ENDESA, quienes han suplantado con dinero una política energética real. Y en sus manos yace el 70 por ciento del Sistema Interconectado Central (SIC), que es la principal red eléctrica del país.
¿Así cómo?
Patagonia Sin Represas ha puesto sus cartas sobre la mesa. Aprovechemos los recursos que ya existen ¿Qué necesidad de destruir el territorio? Usemos tecnología para crear energías renovables. Aire, biomasa, sol, leña, geotermia. Hay solución.
Y por lo demás, quitarle el poder a los monopolios. Arrebatarles su injerencia sobre el poder público como ya sucede con la educación mediante la Ley que supone terminar con el lucro en un bien público. Lo mismo con la energía.
El proyecto Hidroaysén pone en peligro al mundo.
Significaría destrucción de uno de los mantos más puros del planeta y aceleraría el calentamiento global mediante la degradación directa de una de las fuentes de sobrevivencia del casco polar sur.
Que lo entienda Bachelet a tiempo. Y si no ella, lo entenderá por fuerza la burguesía chilena, que ya el pueblo se alista para reaccionar al nivel de las circunstancias, pase lo que pase el próximo viernes 10.
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