No quisiera extenderme demasiado. Hace catorce años que no tengo conmigo al gran amor de mi vida. Hoy que cumplo treinta, a pesar de todo, no puedo dejar de pensar en ella. Nunca podría. Anoche le recé, mirando abajo, porque quizá sea más fácil encontrarla bebiendo cerveza junto al diablo. “Sin ti no puedo más”. Han sido muchos años sin ella. Más gordo, mas calvo, más miope; más histérico, más cínico, más vicioso; más caliente, más errático, más, más, siempre putamadre más. Treinta años y también un poco más culero. Así mi abuela lo hubiera querido. Y apenas me doy cuenta de la vida que me resta. Y que tengo que arreglármelas sin ella, luchando estúpidamente contra la distopía. Treinta años más cerca del infierno. Extrañándote, Margarita. Felicítame, he sobrevivido.
Treinta años más

¿Qué opinas? Tu comentario es importante