Por Alberto Buitre
Leí con mucho interés un texto de la Biblioteca anarquista «María Luisa Marín» de Xalapa, Veracruz, publicado en el blog http://zapateando.wordpress.com en donde se expone una idea general sobre el sustento y actualidad del anarquismo en México, un movimiento con una exposición creciente en el país y que se mueve entre manifestaciones ecologistas, altermundistas y especialmente integradas a La Otra Campaña (hoy La Sexta) del EZLN en centros urbanos.
El anarquismo -al menos según el texto-, se autoproclama «Anticapitalista», pero al mismo tiempo cuestiona el poder popular o «buen gobierno». Llama a la «rebelión total» contra toda autoridad, pero también «contra nosotros mismos», sostiene, «porque somos reflejo de miles de años de dominación de todo lo existente». Clama por la liberación pero se opone a autogestión por considerarlo, esto y todo lo anterior, «reproducción del sistema capitalista» frente a lo cual también rechaza ser considerado «proletario», en una aparente critica al comunismo, sin que se atreva a mencionarlo. En general, pues, que la rebelión anarquista promueve la desobediencia total a cualquier autoridad aunque por sí mismo no se considera una «teoría política», sino «una forma de ver la vida», lo que sea que esto signifique.
Y aunque desprecian decirse «proletarios», se valoran a la luz de la revolución bolchevique, admiran los «soviets libres», así como las experiencias de La Comuna de París y la Guerra Civil española, las cuales nacen o devienen de su carácter teórico marxista-leninista, es decir, tienen un carácter de clase, clase proletaria, desde la cual desafiaron y derrotaron a la burguesía fascista y monárquica de sus países. Claro está que posteriormente el anarquismo vuelve a rechazar incluso esto que por principio dice admirar, escudándose en que no tienen «sentimentalismos históricos». En fin que para no caer en la tentación de redactar una lista interminable de contradicciones que pretender ser una estructura de valores contrarios que al final busca un resultado positivo, o cuando menos justificable, personalmente entendí que el anarquismo, en la concepción de quien redactó el texto en cuestión, clama por la liberación social y personal de toda atadura autoritaria-capitalista-lo que sea, para igualar las condiciones (forma) de vida de la humanidad consigo misma, con la naturaleza y los animales.
¿Entendí bien? Quizá me equivoque. Y si no, pienso en célebres anarquistas rusos como Bakunin o Kropotkin, quienes atizaron a bombazos al zar antes de derrotarse ideológica y políticamente ante el liderazgo de Lenin (cuyo hermano mayor Alexander Ulianov también era anarquista) y el Partido Bolchevique (es decir, ante el comunismo), porque se dieron cuenta que el anarquismo como práctica moral resulta bien, pero a la hora de derrumbar el sistema capitalista, la lucha de clases y la revolución proletaria son el único camino.
Y que sí los proletarios son concepciones del “capitalismo industrial”, habría que preguntarle a Marx y a Engels si pensaban en concebirse revolucionarios anticapitalistas desde el seno del capitalismo mismo. Seguramente responderían que antes de emitir un juicio de valor tan infantil sobre el concepto, valdría la pena estudiar sus textos para comprender que el proletariado como clase no es una construcción capitalista sino todo lo contrario: no es causa sino resultado concreto del desposeimiento de toda propiedad o modo de producción ¿Cómo podría “el capitalismo industrial construirnos si nada nos ha otorgado? Bueno sí, algo nos dio: miseria, pero para entender ello es cosa de leer un poco El capital o el Manifiesto, en cuyos textos, por cierto, se basó Ricardo Flores Magón (¿el anarquista?) para afirmar en el periódico Regeneración que “México está listo para el socialismo” ¿O dijo para el anarquismo? No, estoy seguro que dijo socialismo.
Por lo demás, yo siempre me he considerado un poquito anarquista, odiando las ataduras de las relaciones mercantiles y los estereotipos marcados por los aparatos de Estado, y como yo, es posible que muchos comunistas se sientan anarquistas en su más íntima conciencia infantil. Pero, como Lenin frente a su hermano Alexander, un día me di cuenta que para derrumbar el sistema capitalista, no sólo hace falta desobedecer todo, clamar liberación mientras soy presa de mis contradicciones y tirarle bombas al zar; como diría la bamba, hace falta otra cosita.
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