Los políticos hidalguenses saben que el ultimo peso de una campaña por la gubernatura se le apuesta a la Huasteca. Quien le paga más, gana. Es tan común y tan abierta la compra del voto en esta zona mayoritariamente indígena, históricamente rezagada y reprimida, que en tiempos de elecciones hay quienes sin empacho salen, alzan su boleta, preguntando por aquel candidato que pueda pagarle al mejor precio su sufragio. Un reportero o reportera medianamente informada podrá constatar que una boleta electoral se puede cobrar hasta en 1 mil pesos, si el vendedor sabe su tarea y a qué hora de la jornada salir a vender. Los programas sociales y las carreteras aumentan en cantidad. De ahí que cobre relevancia que Xóchitl Gálvez arranque su campaña ahí y no la termine: su mensaje va más allá de la coacción. Está invitando y reuniéndose con representantes históricos de la izquierda partidaria en esa zona para asegurar una campaña que vaya a las zonas y ejidos donde la información regularmente no corre. El objetivo es llegar antes que el dinero del PRI.